Paseo Fotográfico – Sant Iscle de Vallalta – Església de Sant Iscle – Capella de la Salut – Ca l’Oller – Can Bataller – Dones d’aigua – La Salut – Can Llop – Can Bosc – Llac de l’Oller – Ca l’Oliver – Can Xicoi – Parc dels Vegetals

Camino a Ca l’Oller y les Dones d’aigua

Sant Iscle de Vallalta – Hablamos de los 900 años de historia de Sant Iscle porque la primera constancia escrita que tenemos sobre el pueblo data del año 1090. El primer documento escrito que se conserva sobre el pueblo es el de la consagración de la iglesia. Esto no quiere decir que este sea el nacimiento del pueblo como tal, pero sí podemos constatar que el nombre del pueblo se convirtió a partir de la consolidación de la iglesia dedicada a Sant Iscle. Y hay que tener en cuenta que antes el núcleo y punto de partida de cualquier pueblo era su iglesia.

La Salut

Así pues, la primera mención que se tiene sobre Sant Iscle viene documentada a finales del siglo XI, cuando el 14 de octubre de 1090 el obispo de Girona, Berenguer Guifré, consagró la iglesia parroquial de Sant Iscle (Sant Iscle y Santa Victoria habían sido muy venerados, sobre todo en la Catalunya Vella, y sus imágenes eran invocadas para curar el dolor de senos y para favorecer la lactancia de los niños). En el acta de consagración se fijaba su dotación, cuyo territorio recibiría el diezmo, así como las treinta pasos a su entorno que acogería la Sagrera y el foso.

Can Bosc

En la sacristía se refugiaban los habitantes e incluso a veces llevaban sus bienes, sobre todo en tiempos de luchas; y por eso el obispo hace constar en el acta de dotación que ha puesto ese espacio bajo su guarda y protección, fórmula muy efectiva entonces cuando incluso los delincuentes temían caer en excomunión. El obispo, además, recibía el rédito, la paga simbólica que en este caso fue de dos conejos cada año. El actual edificio, de construcción moderna, sólo conserva en su interior uno de los arcos de la primitiva iglesia románica.

Capella de la Salut

Capella de la Salut – Ermita hecha construir en 1885 por los dueños de la casa Santa Victoria (la actual Can Vila) para conseguir la curación de su hija. Está situada cerca de la fuente del mismo nombre. Parece que antiguamente ya hubo una primitiva capilla (siglo XIV), que en el siglo XVIII ya estaba destruida. El actual edificio es sencillo, de planta rectangular con ábside semicircular y espadaña. El último domingo de agosto se celebra la romería de la Salud. La ermita de la Salud se construyó en cumplimiento de una promesa que habían hecho los dueños de la casa Santa Victoria (la actual Can Vila) para conseguir la curación de su hija. En 1885 se celebró la primera misa en esta ermita. Desde entonces que el último domingo de agosto se celebra la Fiesta de la Salut.

Ca l’Oller

Ca l’Oller – Casa con un gran terreno ajardinado a su lado. Su estilo es de un historicismo ecléctico, con elementos extraídos del repertorio románico, gótico y barroco. Cabe destacar las dos tribunas con balcón de piedra corrido, la galería de solana, con ventanas trigeminades con arcos de medio punto, y la torrecilla-mirador que emerge del tejado. Cerca de la casa está el salto de agua conocido como las Dones d’Aigua.

Sant Iscle de Vallalta

Can Bataller – Casa muy antigua y aparentemente muy poco alterada. Tiene portal adintelado de punto redondo y varias ventanas de piedra, de época gótica. Estas, en general muy rústicas, tienen todas un perfil diferente: trilobulado, conopial o mixtilíneo. En las esquinas hay sillares de gran tamaño.

Església parroquial de Sant Iscle

Església parroquial de Sant Iscle – Hubo una primera iglesia románica, de la que quedan algunos vestigios en la base del campanario, que fue consagrada en el año 1090. El edificio actual fue construido entre los siglos XVIII y XIX. Tiene una fachada muy austera, con el coronamiento ondulado, y portal de arco rebajado enmarcado de piedra. Encima hay una hornacina donde estaba la imagen del santo. El campanario es de torre, de planta cuadrada. En la fachada hay una lápida conmemorativa de la resistencia que las sometieron durante la Guerra del Francés (1808-1809).

Ca l’Oller

Dones d’Aigua – la situación geográfica al pie del boscoso Montnegre, lleno de torrentes pluviales y rincones inaccesibles, ha sido básica para engendrar muchos relatos sobrenaturales ayudados por la imaginación de atávicos isclenses aislados en este alto valle. Por tradición oral han llegado convertidos en mitos y leyendas sobre diosas de bosques, ríos, pozas, árboles, aguas, fuentes … han dado múltiples y variadas historias locales con fuertes similitudes en diferentes regiones. En Sant Iscle también tienen sus propias: La Barraca dels Matiners, El Sot de l’Infern y El Pla de les Bruixes, entre otros. Pero sobre todo la más localizable: les Dones d’Aigua.

Dones d’Aigua

La Leyenda – Antiguamente, cuando por las cumbres del Montnegre galopaban los centauros, faunos y sátiros, donde tenían sus cuevas y hacían el amor con oréades, dríades y ninfas, bajo la frondosidad de los árboles y junto a las fuentes y arroyos, compartiendo la divinidad de la montaña … en el sot de Can Maresme, pero propiedad de ca l’Oller, se encuentra un paraje hasta hace pocos años único, donde el agua había formado una poza y una caverna que, junto con la frondosidad del terreno y la espesa vegetación, le daban un aspecto esotérico. En pleno día tan sólo algún pequeño rayo de sol lograba filtrarse entre tanta penumbra y el lugar devenía encantador.

Salto de les Dones d’Aigua

Allí se decía que vivían les Dones d’Aigua, las ninfas de belleza indescriptible que en las noches de claro de luna lavaban su etérea ropa, extendiéndola sobre la hierba cantando suave y bailando sutilmente. También hace mucho tiempo en que valientes pastores, cuidando los rebaños, pasaban días y noches por bosques y valles y sabían de todos los refugios de la montaña. Uno de estos pastores, joven y fornido, que descansaba una noche cerca de la fresca del arroyo, despertó de repente, atraído por unas voces dulcisimas, y embelesado se fue acercando poco a poco y sin hacer ruido, para espiar un espectáculo nunca visto.  Asombrado contemplaba la danza de unas mujeres bellísimas, de piernas y pies desnudos, de largas cabelleras y envueltas de etéreos velos que agitaban voluptuosamente al compás de una música extraña y encantadora.

Dones d’Aigua

De entre todas, se sintió perturbado por una de ellas, que lo descubrió en su escondite, pero sin traicionarlo continuó su danza aún más exultante. Aquella noche larga y corta la vez, logro inquietar el pastor, que sólo pensaba en lo que creía un sueño y no dejaba de rondar por el mismo lugar. Al siguiente plenilunio volvió a sentir las armoniosas voces y volvió a ver la causa de su hechizo. Con el corazón robado, sólo tenía ojos para ella. La mujer evolucionaba acercándose al galante, hasta que, como un soplo, acabaron huyendo por el bosque, materializando su amor. La joven engendro  un hijo que había de parir como engendrado por mortal, pero llegado el momento las ninfas no tenían conocimientos para ayudar a su compañera. Gritaban desesperadas por alrededor de la poza, cuando coincidio pasar por el camino, sobre la hondonada, una anciana que vivía en Can Patiràs , la casa más cercana, y que buenamente atendió los ruegos de aquellas exóticas mujeres. Bajó a la riera y una de ellas tocó el agua con una varilla. El poza abrió para dar paso al cortejo.

Llac de l’Oller

Allí abajo todo era luz: como si al mismo tiempo hubieran salido el sol, la luna y todas las estrellas. La mujer de Can Patiràs ayudó a la joven a dar a luz, y las compañeras agradecidas obsequiaron a la providencial comadrona llenándole el delantal con algo muy curioso, ya que precisamente le pusieron la condición de no mirarlo hasta llegar a casa. Desde la salida del agua, sin mojarse, hasta encontrar otra vez su camino, la mujer se palpaba la faldada preguntándose mil veces que podía haber. La curiosidad ganó y el desencanto la golpeó: era salvado. Se lo tomó como una burla y lo tiró aquí y allá, porque en casa ya sobraba, y balbuceando siguió el camino indignada.

Ca l’Oliver

Cuando llegó, la familia se maravilló del delantal de la abuela, ya que todas las arruguitas y pliegues donde quedaron restos de salvado, se habían convertido en oro purísimo. Enloquecida volvió atrás para recoger lo que había tirado y nada halló. A tropezones bajó al arroyo, y se lanzó al agua desesperada, donde fue engullida como castigo a su curiosidad. Otra tradición hace terminar la leyenda asegurando que Can Patiràs por siempre fue casa de buenas añadas. El joven pastor que atentó contra las divinidades del bosque fue condenado a vagar por las montañas del Montnegre para siempre, en las noches de luna llena, dice que se escuchan los lamentos tristes del joven enamorado buscando la amada, mientras cerca del arroyo grita la mujer ahogada por su codicia. 

Seguid el plano y disfrutad del paseo, aproximadamente 7 km la vuelta.