
Joan Tardà Coma diu desde el meu mur del facebook el seguent:
Hoy, ETA no conculca derechos humanos ni es una amenaza para ninguna democracia. El 20 de octubre último habló alto y claro: «Anunciamos el abandono definitivo de las armas». Sin embargo, por parte del Estado español existe una conculcación constante y grave de los derechos humanos más elementales: hay presos-as gravemente enfermos que continúan en las cárceles en condiciones infrahumanas y sometidos a una cruel muerte lenta; hay centenares de presos-as que a pesar de haber cumplido dos terceras partes de su pena siguen en las celdas; muchas docenas de personas están en las cárceles por el solo delito de ser independentistas (pertenecer a organizaciones como Segi, Ekin, Gestoras pro Amnistía, Herri Batasuna…); siguen sin legalizar a organizaciones como Sortu a pesar de cumplir todos los requisitos que la legalidad exige; la policía sigue persiguiendo y deteniendo a militantes por ideas políticas; se mantiene una cruel dispersión llevando a los presos y presas a 700 o 1.000 kilómetros de su domicilio etc, etc.
Participar en esa manifestación es una inmejorable oportunidad para demostrar que de verdad estamos por la desaparición de todo tipo de conculcación de derechos humanos. Una manera de decir alto que no estamos por decir NO a ETA, pero sí a la bota opresora del Estado. Oportunidad por hacer una apuesta inequívoca por una sociedad en la que todos y todas somos iguales ante la ley. Que tampoco el Estado puede conculcar derechos en función de sus cálculos e intereses partidistas. No se puede no legalizar, porque no le conviene electoralmente ni dispersar para presionar a los presos o sus familiares.
Estamos abriendo otra fase política. Una fase que crea ilusión y optimismo a la gran mayoría de la sociedad vasca. Un nuevo tiempo político con grandes oportunidades para poner los fundamentos de la convivencia entre todos y todas en base al respeto y reconocimiento mutuo. Pero lógicamente, la convivencia solamente la podemos construir entre todas y todos. No es posible lograr la convivencia entre la ciudadanía exclusivamente con movimientos unilaterales de la izquierda abertzale. Apostamos todos por ella, y en consecuencia todos movemos ficha, o seguiremos viviendo graves confrontaciones sociales y políticas.
Se equivoca quien cree que, dejando pasar el tiempo, la sociedad se olvidará de las presas y presos. Todo lo contrario. A más restricciones y arbitrariedades de los carceleros, más solidaridad popular. A más persecución contra las fotos y la presencia de los y las prisioneras en la calle, nuevas formas de cariño y afecto hacia sus personas. Tratar con saña y violencia en las cárceles para conseguir de esta manera objetivos políticos partidistas, es un intento que viene muy de lejos y a la vista están sus escasos frutos. Incumplir su propia legislación con el objetivo de lograr un arrepentimiento, además de ilegal, es baldío.
Mal calcula el Gobierno del PP y los partidos que le hacen el coro si piensan que machacando al colectivo van a conseguir rendiciones claudicantes o enfrentamientos que conduzcan a la división y enfrentamientos internos. Son métodos que han fracasado repetidamente y no acarrean más que sufrimiento y crispación. La división que con tanto ahínco han intentado lograr en la izquierda abertzale, menos lo van a conseguir con el colectivo de los prisioneros y refugiados. Señores unionistas y sus acompañantes ya es hora de que se den cuenta que con respeto y reconocimiento mutuo podemos avanzar mucho. Con esquemas de vencedores y vencidos, solo bloqueo y enfrentamiento.
La manifestación del 7 de enero va a ser un nuevo día histórico en el proceso de Euskal Herria hacia su liberación. Todos y todas tenemos cabida. Participar en ella es una manera de poner nuestro granito de arena. Nos veremos.
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