Elizabeth Escalona sabía que iba a pagar cara aquella lección que le dio a su hija de dos años sobre cómo usar el váter en septiembre de 2011. Iba a pagar caro haber perdido los estribos y propinarle una patada en el Elizabeth Escalona, sentada en el banquillo de los acusados (LM Otero / Reuters)estómago así como varios golpes con una jarra. Iba a pagar caro el haber cogido, en un momento de difícil justificación racional, el bote de cola SuperGlue y haber pegado las dos manos de la pequeña a la pared de su casa. Sabía que por todo esto tendría que ir a la cárcel varias décadas. Sabía que la acusación estaba pidiendo que pasara 45 años entre rejas. El viernes pasado recibió justo el doble, 99.
El juez encargado del caso, Larry Mitchell, opinó que el castigo destinado a esta madre de 23 años de Dallas (Texas, Estados Unidos) era proporcional al de la «salvaje paliza» a la que había sometido a la pequeña Jocelyn. Al fin y al cabo, la niña sufrió heridas internas en la cabeza, se le rompió una costilla y se le vieron varios moratones y marcas de mordiscos. También perdió parte de la piel de la palma de las manos, al liberarse de la cola.
Pero el juez Mitchell también se basó en el carácter de la propia madre, a la que la acusación retrató durante el juicio como una persona incapaz para ser madre, con un historial de violencia en el pasado. En un momento dado, llegaron a reproducir una grabación de Elizabeth adolescente, amenazando con matar a su madre. Se dijo que había pertenecido a una banda callejera y había empezado a fumar marihuana a los once años. «Solo un monstruo pega las manos de su hija a una pared», resumió la abogada al frente de la acusación, Eren Price.
Los allegados a Elizabeth, no obstante, se esforzaron por demostrar que la madre distaba de ser un villano unidimensional. Muchos de ellos confesaron su horror al oír la historia de la paliza, pero luego pidieron clemencia y recordaron que sus cuatro hijos (incluido un bebé que ha nacido este año), a los que ella, dijeron, quiere con locura, están en manos de su abuela, Ofelia. Melanie Davis, una abogada del bando de Elizabeth, aseguró que ésta había estado recibiendo tratamiento psicológico y que le vendría bien recibir más. Hasta ahora, su objetivo a corto plazo era encontrar trabajo y, a largo, recuperar a sus hijos. Todo eso cambió con la sentencia de 99 años y la imposibilidad de aspirar a la libertad condicional hasta dentro de 30.
Su caso conmocionó a medio planeta: Elizabeth Escalona, de 23 años y residente en Dallas (Texas, Estados Unidos) propinó a su hija Jocelyn, de dos años, una patada en el estómago, varios golpes con una jarra y con un bote de cola SuperGlue le pegó las manos a la pared. Y todo para enseñarle a usar el váter… Una vil lección que ahora le costará a ella 99 años de cárcel, más del doble de los 45 que pedía para ella el fiscal.
El juez encargado del caso, Larry Mitchell, argumentó queel castigo de Elizabeth debía ser proporcional al que ella propinó a la pequeña Jocelyn, que acabó con varias heridas internas en la cabeza, una costilla rota y presentaba varios moratones y marcas de mordiscos,a lo que hay que sumar pérdida de piel en las palmas de las manos.
Además, el juez tuvo en cuenta el carácter de Elizabeth, a la que la acusación retrató como una persona incapaz para ser madre, con un historial de violencia en el pasado. Entre otras cosas, se habló de una Elizabeth adolescente que amenazaba con matar a su madre y de su pertenencia a banda callejera. «Solo un monstruo pega las manos de su hija a una pared», espetó la abogada de la acusación, Eren Price.
Fue la madre de Elizabeth, Ofelia Escalona, quien llevó al hospital a la pequeña Jocelyn tras encontrarla en coma, con una hemorragia cerebral de los golpes y con las manos desgarradas de intentar despegarse de la pared.
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