Cáncer: La información que tenemos asumida es que es una enfermedad de origen genético que la desencadenan diferentes elementos con capacidad carcinógena, es decir que favorecen su aparición como por ejemplo el tabaco, el amianto, el exceso de sol y diferentes compuestos químicos. Es decir, dicen que la responsabilidad de la aparición de esta enfermedad es de origen «exógeno», bien los génes o factores externos a nosotros que somos las víctimas.
Esta información es certera solo en parte, la genética es una parte importante, es el origen, la semilla. los agentes «exógenos» tienen que ver con la activación de esta semilla pero ni mucho menos, son los únicos responsables porque para que esta semilla prospere, nuestro estilo de vida es fundamental, lo que comemos, bebemos y respiramos va a determinar casi siempre el que nuestro sistema inmunológico falle y por lo tanto un tumor se desarrolle.
Flaco favor le hacemos a los que ya padecen la enfermedad o están en proceso de ello, diciéndoles que no tienen ninguna responsabilidad en ella (por lo tanto asumen que no pueden hacer nada por combatirla o prevenir su desarrollo), hay que decirles que no dependen exclusivamente de un tratamiento más o menos invasivo, que dependen además de la actitud positiva y activa, que ha de reflejarse en una alimentación concienzudamente correcta con la ayuda de suplementos naturales que van a mejorar espectaculármente su pronóstico, por esto el título de este artículo, una correcta información que seguramente no obtendrá de los médicos que le tratan, puede ser la diferencia entre vivir o morir.
Efectivamente, las enfermedades cardio-vasculares y el cáncer son las dos enfermedades más letales y en ambas coincide que las información que tiene la mayoría de personas sobre sus causas, es errónea. Seguramente en este momento conoce a algún amigo o familiar que este pasando alguna de ellas. Si quiere ayudarle le conviene saber estas cosas:
Enfermedades cardio-vasculares: la información que dan los médicos y en los centros de salud, es que el causante de estas dolencias es el colesterol que llaman «malo» y centran todo el esfuerzo en bajarlo promoviendo la reducción de grasas y si esto falla con pastillas (estatinas). Esto ha «calado» en el público en general y encima se refuerza mediáticamente en anuncios promovidos por industrias farmaceúticas y alimentarias. Pues bien, este «complot» esta causando miles y miles de fallecimientos o graves secuelas, con el sufrimiento humano que ello acarrea. Están sufriendo infartos cardiacos o cerebrales a pesar de estar en valores llamados «normales» es decir = 200. ¿porque? . . . . . . . . .
El colesterol «no» es el causante de estas dolencias, son ciertas sustancias indeseables como la homocisteina, la lipoproteina A, las grasas oxidadas por el calor, las grasas hidrogenadas «trans» y el azúcar que cuando se toma en exceso, circula con la sangre y actúa a modo de lija en las arterias. Estos parámetros ni siquiera se solicitan en un análisis de sangre y por lo tanto las personas no pueden prevenirlos.
Por lo tanto cual es la información que todo el mundo debería conocer: Lo que va a dañar sus arterias es excesivo consumo de azúcares y carbo-hidratos, los refrescos y zumos azucarádos, las frituras en aceites mono y poli insaturados (girasol,oliva) y el consumo de grasas «trans» o hidrogenádas presentes en casi toda la bollería y galletería industrial, la que suele desayunar la mayoría de personas, niños incluidos, por un desconocimiento que mata y por desgracia, estos productos son los más consumidos y anunciados.
Estos son los verdaderos enemigos que hay que combatir y no las grasas saturadas como se ha hecho hasta ahora. Para revertir un proceso iniciado de deterioro arterial, es conveniente un aporte extra de vitaminas, sobre todo vitamina C y Coencima Q-10 junto a algunos aminoacidos.
En 2006, un importante estudio realizado con 50.00 mujeres mostró que una dieta baja en grasas no logra proteger contra los infartos o los ictus y este mismo año, una revisión de estudios codirigida por Mozaffarin ha mostrado que las recomendaciones para evitar el consumo de grasas saturadas no ayudan a bajar los niveles de colesterol. Algo que refuerza la idea que vienen repitiendo numerosos científicos díscolos desde hace unos años: debemos dejar de culpar a la grasa de nuestra mala alimentación, y empezar a fijarnos en los carbohidratos y los azúcares
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